martes, 26 de marzo de 2013

APOLO Y DAFNE (BERNINI).


En este post trataremos la historia de amor y desamor del dios Apolo y la ninfa Dafne. Después de desarrollar este pasaje mitológico incluiremos un completo comentario de escultura sobre una de las más importantes representaciones modernas sobre este mito, el grupo escultórico Apolo y Dafne de Bernini.

Apolo era un dios muy apuesto que acostumbraba a burlarse del pequeño Cupido (Eros), hijo de Venus. Cupido era centro de repetidas mofas por parte del dios Apolo; una vez, Apolo se encontraba jactándose orgulloso de su proeza, pues acababa de dar muerte a la hórrida serpiente Pitón, una alimaña émula de un dragón, que exterminaba tanto a animales como a los seres humanos. De este modo, Apolo se dirigió al pequeño, y en un ataque de altanería le dijo: “¿Qué tienes tú que ver, niño retozón, con las armas de los valientes?, tú conténtate con estimular con tu antorcha no sé qué pasiones amorosas, y no trates de aspirar a la gloria que me es propia”. 

Cupido, hastiado por la vanidad del dios, decidió darle un escarmiento que pudiera recordar por siempre. Entonces Eros sacó dos flechas de su aljaba, cada una de las cuales producía sentimientos antitéticos: una, que tenía la punta de oro, producía la pasión amorosa, y la otra, con puntas de plomo, producía todo lo contrario, el desamor y la aversión. De esta forma, como Cupido dispuso, la flecha del amor se hundió en Apolo, y la del desamor en una venusta dama. Esta bella dama, llamada Dafne (cuyo nombre significa “laurel” en griego) era más bien una ninfa -hija del río tesalio Peneo- que, como amante de la caza y de carácter esquivo, pasaba la mayor parte de su tiempo corriendo por los montes; además, aunque muchos fueron quienes la pretendieron, ella los rehusaba emulando a Febe o a la misma hermana de Apolo, Diana.
Un día, mientras Dafne vagaba descuidadamente por los bosques, fue atisbada por el hechizado Apolo, que raudamente comenzó a perseguirla. La persecución desenfrenada se prolongó durante mucho tiempo (pues Apolo avanzaba con la fuerza sobrehumana del amor y Dafne con la del temor) hasta que la lasitud de Dafne era tal que, viéndose ésta incapaz de continuar, decidió pedir ayuda a su padre: “socórreme padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por la que he gustado en demasía”. De esta forma, apenas habiendo terminado Dafne la súplica, comenzó toda ella a endurecer, convirtiéndose sus miembros en los propios de un árbol, hasta quedar casi toda metamorfoseada en un laurel.

El asombro de Apolo al ver el hecho que acababa de acaecer lo sumió en desbocados lloros que terminaron regando a su amada; con todo, Apolo, que todavía sentía el latir de su corazón bajo la corteza, no se rindió en su designio y le dijo a su amada: “está bien, puesto que ya no puedes ser mi esposa, acompañarás a los caudillos alegres cuando alegre voz entone el Triunfo y visiten el Capitolio los largos desfiles. También tú te erguirás ante la puerta de la mansión de Augusto, como guardián fidelísimo, protegiendo la corona de encina situada entre ambos quicios; y del mismo modo que mi cabeza permanece siempre juvenil con su cabellera intacta, lleva tú también perpetuamente el ornamento de las hojas”. Así, finalmente los dos quedaron, de un modo u otro y por ventura o desventura, unidos para la eternidad.


Comentario de escultura (APOLO Y DAFNE, BERNINI).
  
La obra que nos ocupa en este comentario es la escultura de Apolo y Dafne realizada entre 1622 y 1625. Su autor es el virtuoso artista italiano (escultor, arquitecto y pintor), Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), uno de los artistas más destacados del Barroco. 
Apolo y Dafne, al igual que otras creaciones del mismo autor, fue encargada por el cardenal Scipione Borghese. Esta escultura o grupo escultórico de pleno volumen o exenta (trabajada desde todas las perspectivas de ídem forma) representa a dos figuras humanas, al dios Apolo y a la ninfa Dafne; la representación de ambos es de pleno cuerpo (estatuas) y en posición propia (de pie).

Por otro lado y respecto al material utilizado, podemos decir que se trata de una escultura de mármol, cuyo uso en Italia era el más extendido a la hora de realizar esculturas, debido seguramente a la tradición romana.
 La técnica de ejecución utilizada y, a su vez, exigida por las características del material utilizado (la dureza del mármol), es la talla. Esta técnica consiste en un proceso sustractivo, esto es (al contrario del modelaje) la eliminación de la materia residual hasta la obtención de la forma deseada por el autor. En lo referente al color, podemos decir que es una figura no policromada.

El tratamiento de la escultura presenta un modelaje (dramatismo) excelente, que casa y sintetiza, de forma rutilante, las superficies más suaves y sutiles, sin entrantes y salientes acusados, como se puede observar, por ejemplo, en el tratamiento de la piel de ambos personajes, y, por otro lado, las superficies más toscas y escabrosas, y también denodadas en su elaboración. Ejemplos de este último tratamiento, podemos encontrarlos en los pliegues de las ropas que cubren partes del cuerpo de los personajes, y también, pero de forma inusitadamente perfecta, en las hojas del laurel que surgen del cabello de Dafne. Aquí (en las hojas del laurel), parece que el autor ha querido “escondernos” el laborioso trabajo que conlleva tal perfección en un lugar tan limitado (entre hojita y hojita), pues el que contempla la figura puede olvidar que el material trabajado es la piedra (talla) y no el bronce u otros materiales trabajados mediante el modelado.

 En cuanto a la calidad táctil, presentará suavidad por el tratamiento de las superficies. Cabe precisar, por otro lado, que la masa de las dos figuras, especialmente la de Dafne, ofrecen la sensación de ligereza, por las formas que adoptan. Aunque el emplazamiento original del grupo escultórico no es el mismo que el actual, la Galería Borghese (Roma), presuponemos que la figura no está enmarcada en un marco arquitectónico claro, ya que ésta presenta puntos de vista múltiples (exenta). Por lo tanto, podemos también pensar que la obra se encontraba en una plaza, por ejemplo, o en cualquier espacio que ofreciera la posibilidad de rodearla y contemplarla desde todas sus perspectivas. Por otro lado, de los efectos de la luz no podemos decir mucho ya que no se encuentra en su emplazamiento natural; pero, sí, que se trataría de luz natural y que sus efectos variarían según el tratamiento de la superficies. Por ello, y retomando lo que antes se ha comentado sobre el tratamiento de la superficies, podemos decir que este grupo escultórico presentará,  por un lado, significantes contrastes, provocados por los entrantes y salientes de los pliegues y relieves (en la ropa, cabello, hojas y ramas) y las sombras que  puedan producirse sendas estatuas; y por otro lado, contrastes insignificantes en aquellas partes cuyo tratamiento sea delicado (la mayor parte del cuerpo de los personajes).

En lo referente al esquema compositivo, las líneas de ambas estatuas presentan un movimiento ascendente (composición cerrada), aunque no podemos decir que ésta constituye un esquema helicoidal ya que los personajes no acaban de situarse en una línea centrípeta vertical. También diríamos que presenta, esencialmente, por la posición que adoptan los brazos de ambos personajes, un esquema compositivo en aspa.

La figura representa claramente un estado dinámico -la persecución de Apolo a Dafne- pudiéndolo percibir a través de las líneas de la composición (que nos dan la sensación de movimiento ascendente) y la tensión de las figuras que presenta unos músculos en movimiento, sobre todo  los brazos o el cabello de los personajes sujetos al viento debido a la persecución. 

El tratamiento de las dos figuras representadas constituyen, respecto al modelo, un excelente realismo humano, aunque en este caso se trata de personajes mitológicos. Asimismo, se sigue un canon de proporciones específicos, que bien podría enmarcarse entre el canon de siete cabezas, aproximadamente, de Policleto, y el de ocho cabezas de Lisipo, ambos artistas pertenecientes al arte clásico de Grecia.

En cuanto a la clasificación y contexto histórico-social podemos decir lo siguiente: por el tema representado se conoce a este grupo escultórico con el nombre de Apolo y Dafne, una de las esculturas más importantes del Barroco italiano, y auténtica obra maestra de todos los tiempos. Su escultor, Gian Lorenzo Bernini, fue el mejor escultor de su época, no sólo de Italia, sino de toda Europa. Fue el artista protegido y favorito del papa Urbano VIII, pero su sucesor  al principio lo mantuvo apartado de los grandes encargos aunque acabó claudicando ante los atractivos proyectos del escultor. 
La obra que hemos analizado fue realizada por encargo del cardenal Scipione Borghese entre 1622 y 1625. Tanto por el tema representado (mitológico) como por el tratamiento que recibe (realismo dramático, expresividad, movimiento o agitación), Apolo y Dafne es una manifestación inequívoca del arte barroco.

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