Esta
vez hemos decidido tratar un mito no tan conocido -aunque no por ello menos
importante- cuyas características hacen de él algo
diferente al resto de mitos hasta ahora expuestos en nuestro blog.
En clase vimos una serie sobre Jasón y los Argonautas, tema que estábamos estudiando, y se nos presentó la posibilidad de esquisar algún pasaje de esta historia que no apareciera en esta adaptación. Finalmente nos decidimos por éste, el de Hilas y las ninfas del estanque.
En clase vimos una serie sobre Jasón y los Argonautas, tema que estábamos estudiando, y se nos presentó la posibilidad de esquisar algún pasaje de esta historia que no apareciera en esta adaptación. Finalmente nos decidimos por éste, el de Hilas y las ninfas del estanque.
En
una de sus copiosas aventuras, el héroe Hércules (Heracles), que se encontraba inmerso
en una lid contra los dríopes, dio muerte al rey Tiodamante y dejó, con ello, a
un hijo huérfano. Mas como los mortales no son los primeros a los que lo
hermoso hermoso les parece, el guerrero del corazón de bronce -que afrontó al
terrible león-1 quedó prontamente prendado del joven huérfano Hilas.
La belleza y ternura del joven efebo era tal que domeñó e hizo presa de él al
paladín Heracles. A partir de aquí el doncel Hilas devino en pupilo e
incondicional de Hércules.
Un
día, Hércules decidió agregarse, llevando con él a Hilas, a la denodada empresa
de los Argonautas en la búsqueda del vellocino de oro. Durante una escala de la
nave Argos en Misia, los Argonautas aprovecharon para realizar algunas tareas indispensables.
Hércules bajó de la nao y se dispuso a talar un árbol para intentar reparar un
remo que había roto durante la larga travesía. También Hilas desembarcó, pues
había recibido el cometido de buscar agua para la marinería en algún riachuelo cercano.
Entonces,
cuando Hilas se encontraba próximo al río Ascanio, unas ninfas -Éunica, Málide
y Niquía- se percataron de la hermosura del mancebo y decidieron atraerlo hacia
sí para poder conferirle el poder de la perennidad. Consiguieron así que Hilas,
que se encontraba ahora hundiendo su jarra, cayera al agua. El joven consiguió,
antes de zambullirse violentamente, producir un quejido presto que tan sólo logró
percibir Polifemo, que había saltado a tierra junto a Hilas y Heracles.
Inmediatamente, Polifemo desenvainó y blandió su espada temiendo que el joven
hubiese sido presa de alguna bestia.
Polifemo
estuvo llamándolo holgada y vanamente, pues, sólo consiguió encontrar a
Hércules. Cuando Polifemo hizo partícipe a Hércules de sus sospechas sobre qué
le había podido ocurrir a Hilas, Hércules quedó roto; sentía ora melancolía, porque había perdido a aquello que
más quería, ora inquina, por haberse separado un sólo instante de su mejor consorte.
‘¡Hilas, Hilas, Hilas!’, gritó doliente Hércules, mas aún creyendo escuchar Hércules
la respuesta de Hilas comprendió que nunca más volvería a ver a aquella persona
con la que tantas cosas había compartido y vivido.
Una vez expuesto el episodio mitológico, podemos intuir que se ha prescindido de su presencia en la miniserie dado que no aporta nada relevante al argumento principal del viaje de Jasón y los Argonautas.
Una vez expuesto el episodio mitológico, podemos intuir que se ha prescindido de su presencia en la miniserie dado que no aporta nada relevante al argumento principal del viaje de Jasón y los Argonautas.
1. Palabras
del poeta griego Teócrito.
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